Mayer
Capítulo IV Renacimiento
1.Nova Vita
La época que denominamos Renacimiento se extiende desde el comienzo del siglo XVI. Entendemos por Renacimiento esa marcha de un nuevo espíritu que acabó por destrozar el mundo medieval, colocó los cimientos de una nueva concepción occidental del mundo y produjo el nuevo mundo del siglo XVI.
“Renacimiento” del hombre occidental en el sentido de las palabras de San Pablo: “Y a renovaros en el espíritu de vuestra mente”. Esta motivación religiosa es de importancia pero no fue la única fuerza directora. Los grandes renovadores del siglo XIII, como San Francisco de Asís, utilizaron los términos renovatio, nova vita, renasci, regenerari. Los llamados “espirituales” empleaban los mismos términos. La consigna de la purificación de la Iglesia se convirtió en vehículo del deseo de mejora y elevación de la vida secular.
La aspiración de un Estado nacional apareció en los libros de los antipapistas. Las luchas entre el poder papal y los imperios europeos estaban destinadas a proseguirse desde el comienzo del siglo XIV hasta mediados del XVI. Inglaterra tomó la cabeza. John Wycliffe atacó al Papa como Anticristo. Inglaterra logró tener una Iglesia nacional independiente del Papa más de un siglo antes del movimiento reformista. Las ideas de Wycliffe fueron posteriormente difundidas en Bohemia por Huss, y aunque el Concilio de Constanza condenó a Huss a ser quemado en la hoguera, su crítica de la iglesia del Papa de Roma, sobrevivió para influir los movimientos reformistas del siglo XVI.
También en Francia estaba preparado el camino del galicanismo. Sólo en Alemania había avanzado tanto el desarrollo de los Estados territoriales que fue imposible la formación de una iglesia católica nacional.
La Iglesia romana consiguió rehacerse de nuevo, una vez pasados el Cisma y el período conciliar. Apenas habían pasado setenta años cuando estalló de nuevo el conflicto, por la acción de Lutero, y la Iglesia romana no pudo hacerle frente más que mediante una reforma total. En el siglo XVI, como resultado de la alianza de la Iglesia con la combativa Compañía de Jesús, el catolicismo ganó nueva fuerza y poder.
2. El descubrimiento de la Personalidad
liberarse del esquema universalista del mundo eclesiástico fue un proceso lento. La conquista real de esa época fue el descubrimiento de la personalidad.
En el año 1336 Petrarca describe en sus Cartas la ascensión al monte Ventoux. El poeta describe la impresión que le causó la vista desde la cumbre. “...lo que había leído del Athos y del Olimpo me parecía menos increíble puesto que veía las mismas cosas desde una montaña de menor fama... Suspiré por los cielos d Italia, que conservó más en mi cabeza que en mis ojos. Me entró un deseo indecible de ver de nuevo mis amigos y mi país... Mire hacia el oeste. No fui capaz de ver las cumbres de los Pirineos que forman la barrera entre Francia y España, y no porque hubiera ningún obstáculo sino debido simplemente a la insuficiencia de nuestra visión mortal. Se me ocurrió mirar al ejemplar de las Confesiones de San Agustín: “...y los hombres se maravillan de la altura de los montes, las olas poderosas del mar, las anchurosas corrientes de los ríos, y la inmensidad del océano y el curso de las estrellas, y se olvidan de lo que hay de admirable en ellos mismos”. Me avergoncé, descontento de mí mismo al ver que era aún capaz de admirar las cosas terrenas cuando hace mucho tiempo que podía haber aprendido, incluso de los filósofos paganos, que nada es maravilloso sino el alma, la cual, cuando es grande, no encuentra nada grande fuera de sí.”
La nueva experiencia de la naturaleza estaba dentro de los intereses humanistas del hombre, aunque la vista desde las cumbres de la montaña le abrumara: con profunda melancolía su mirada se vuelve en dirección a su país natal, Italia. El sentido nacional del hombre moderno, proclama su nacimiento. Pero el hombre no era todavía libre y autosuficiente. Petrarca sacó las Confesiones y se hizo contemplativo: el velo de la idea medieval del mundo cubría todavía sus ojos.
Del discurso De Hominis Dignitate, escrito por Pico de la Mirándola: “Como atestiguan Moisés y Timeo, cuando Dios hubo creado todas las cosas, acabó por pensar en modelar el hombre. Pero no le quedaba forma para una nueva criatura ni substancia de que dotarle, ni espacio que pudiera ocupar como dominador del Universo.” “No te he dado, Adán, morada fija, ni forma propia, ni función especial, para que puedas escoger tú mismo morada y función, y aquello que escojas será tuyo.” En opinión de Pico el hombre es libre y está colocado en un mundo infinito. Pico tiene una concepción plástica del mundo. Ataca decididamente las nociones astrológicas en las que todavía creía Ficino. El credo astrológico limita la libertad humana, el poder creador original del hombre. Es esto y no la fuerza de las estrellas lo que reconocemos y reverenciamos en la obra de los grandes pensadores, hombres de Estado y artistas. Al fundar más tarde la nueva Cosmología, Leonardo, Galileo, Kepler y Newton habían de seguir la vera causa.
Los ensayos de Montaigne, aparecidos por primera vez en 1580. Aquí se descubre, por fin, el individuo en el sentido moderno del término. Los artículos de la fe y los dogmas ya no estaban en el centro de la vida cotidiana. El derecho tradicional era para él pilar de la vida del Estado. La muerte de incorpora así a la vida, y ya no trasciende de ella. Se convierte en la verdadera piedra de toque de la libertad humana. Este hombre no necesitaba ya el consuelo de aquella Iglesia que pretendía el monopolio de todos los medios de la gracia. Tiene su vida firmemente en sus manos.
3. La nueva concepción de la naturaleza
El misticismo amoroso de los franciscanos, comenzó a quebrantar la separación entre naturaleza y espíritu, porque su principio de amor invadía toda la existencia. La imaginería y el simbolismo de los sermones místicos no podían satisfacer ya al hombre de los siglos XV y XVI. Leonardo da Vinci (1452-1519) fue indudablemente el hombre más universal del Renacimiento: pintor, hombre de ciencia, técnico, inventor, ingeniero y arquitecto, todo en una pieza. Para él, la experiencia se convirtió en intérprete entre la naturaleza creadora y el investigador humano. Su efectividad surge de la necesidad, guiada por la razón. Ninguna ley ni regla de la naturaleza puede formularse sin matemáticas.
Galileo no pudo encontrar un método epistemológico a priori que fuera seguro más que resucitando la doctrina platónica de la anamnesis, en la que el empirismo y la idea se encuentran en una relación definida. La experiencia fue elevada así por primera vez al nivel del conocimiento exacto. La teoría platónica del conocimiento del conocimiento había sido verdaderamente resucitada. Este proceso de desenterrar y comentar los escritos antiguos había comenzado desde que un cierto número de intelectuales griegos emigraron a Italia después de la conquista de Constantinopla por los turcos.
En la misma época la invención de la imprenta hizo posible la diseminación de este nuevo conocimiento. El clero deja de ser el propagador casi único de la educación y el conocimiento laico comienza en Occidente su camino triunfal. Se puede tomar a Erasmo de Rótterdam como ejemplo típico. Su interés real era el mundo occidental de las nuevas humanidades. Pero son precisamente los ricos trabajos de Erasmo los que muestran que el nuevo conocimiento humanista era aún totalmente susceptible de combinarse con los postulados básicos del cristianismo. Ve el mundo antiguo desde el punto de vista de este espíritu cristiano tolerante y universal, y en ese espíritu intenta resucitarlo y liberarse a sí mismo y liberar a sus contemporáneos de las fórmulas escolásticas vacías.
Como consiguió Leonardo incorporar el arte a su nueva “concepción matemática de la naturaleza” aquí puede servir de guía la geometría. Porque así como la geometría nos presenta plásticamente la actuación de las reglas de la razón, el arte está regido por las formas y figuras espaciales. La imaginación creadora se convierte en instrumento y condición de la investigación teorética: no comprendemos lo que la naturaleza nos presenta al acaso, sino sólo lo que podemos modelar y delinear en nuestras mentes.
Prevaleció una nueva concepción dinámica de la naturaleza. No hay en la existencia nada que pueda escapar a las leyes generales del movimiento. El espacio no comprende ya el mundo, porque ha evolucionado la idea de la infinitud del cosmos. El mundo humano no es ya más que un mundo entre muchos otros. Giordano Bruno se presenta sobre todo como heraldo de esta actitud.
El significado del mundo está engastado en las leyes de la belleza. Por otra parte, el mundo revela al hombre por la belleza: así sabemos que Keple llegó a la concepción de las leyes de los planetas por la idea “innata” de lo Bello y del Número.
4. Florencia y Maquiavelo
Fue en Italia donde se produjeron antes que en ningún otro sitio una consideración y estudio objetivos del Estado. Maquiavelo, Basándose principalmente en la situación e historia de Florencia, trató de reducir la ley y el gobierno de la vida de ese Estado. Así como el pensamiento político del mundo occidental derivó sus categorías básicas del Estado-ciudad ateniense, ese mismo pensamiento, enriquecido por el esplendor de la experiencia humana fue reexaminado.
En la historia de Florencia –que merece el nombre de primer Estado moderno del mundo- se encuentran unidos el pensamiento político más elevado y las formas de desarrollo humano más variadas.
Nicolás Maquiavelo fue discípulo de una época de crisis en el Estado y en la política. La constitución de Florencia cambió seis veces en el transcurso de cuarenta años.
Desde 1494 Italia se había convertido en campo de batalla de los ejércitos europeos. Los Estados italianos se vieron envueltos en un gran conflicto europeo. Sólo una Italia unida podía imponerse en estas luchas. Pero una Italia dividida, muy alejada del viejo ejemplo romano, no podía ser sino juguete de las potencias europeas.
Maquiavelo considera la historia como modelo y maestra de la realidad, precisamente porque éste no tenía una idea de progreso. En todas las ciudades y en todas las naciones prevalecen los mismos deseos y pasiones que han prevalecido siempre; por cuya razón sería tarea fácil para quien examine cuidadosamente los acontecimientos pasados prever los que van a ocurrir en toda la República, y aplicar los remedios utilizados por los antiguos en casos parecidos; o, de no encontrar ninguno utilizado por ellos, emplear otros nuevos que hubiesen podido utilizarse en circunstancias similares. Pero como los lectores olvidan o no comprenden esas lecciones y si las comprenden los gobernantes no las atienden, se sigue de ahí que los mismos desórdenes son comunes a todos los tiempos. Toda legislación y toda organización política tienen que partir del hecho de que todos los hombres han de ser considerados como fundamentalmente malos.
El método de Maquiavelo es todavía inductivo y experimental, de la misma manera que la magia empírica de sus contemporáneos utilizaba el experimento y la comparación de los fenómenos.
Veía en los estados libres las condiciones más favorables para que se produjera la virtú. Este concepto incluye tanto la virtud del ciudadano, la del gobernante y la devoción altruista por la comunidad, como la sabiduría y ambición de los grandes fundadores y conductores de Estados. Maquiavelo consideraba la virtú requerida por el conductor de un Estado, como virtú de un orden más alto. Su concepto de virtú creaba así un puente interno entre las tendencias monárquicas y republicanas. Por encima de la virtú se encuentra la fortuna. La voluntad del hombre es capaz de controlar el destino.
Finalmente, se añade a los conceptos de virtú y fortuna el de necesita. La necesita moldea a los hombres en la forma requerida por la virtú.
De conformidad con la tradición antigua y romana, Maquiavelo distinguía seis formas de gobierno, distribuidas en tres pares: monarquía-despotismo, aristocracia-oligarquía y democracia-anarquía. De acuerdo con Cicerón y Santo Tomás, está a favor de una forma mixta de gobierno. Pero era más importante para él la estabilidad del gobierno que su forma. Sin embargo, la cristalización final de sus exhortaciones no es la monarquía mixta de la teoría del Estado de Santo Tomás, sino una especie de República autoritaria.
Consideraba la religión como un instrumento clave para la unificación del Estado. Los Discursos hablan de la religión, las leyes y el ejército como de los tres pilares del Estado. Acusaba a la religión católica de debilitar a los hombres: “Nuestra religión glorifica a los hombres de vida humilde y contemplativa mas bien que a los de vida activa”. Como fácilmente puede comprenderse, la Iglesia puso en el Indice todas sus obras.
5. Tendencias económicas y sociales del Renamiento
Así como la conciencia política moderna surgió a la vida de Florencia, podemos también observar allí el ritmo de una civilización de clase media, destinada a ser el modelo de la evolución subsiguiente de la sociedad occidental.
Los gremios de los mercatores que mantenían el comercio con países distantes y las transacciones monetarias conexas con ese comercio redujeron a los gremios “bajos” a una situación de dependencia. Cuanto más rica se hacía la clase mercantil, cuanto más se convertía en una clase de grandes capitalistas, tanto más pasaba la “democracia política” del Estado florentino a ser una careta que ocultaba el gobierno plutocrático.
Las familias ricas habían conseguido mantenerse adaptándose a las nuevas condiciones sociales. “Las condiciones sociales previas de la corte moderna son: en lo económico la existencia de una gran riqueza, en lo político la consolidación del Estado absoluto y en lo social la decadencia de los caballeros y la “urbanización” de la nobleza”. La corte atraía a los artistas e intelectuales y surgió una nueva poesía cortesana. La Iglesia no obstaculizó su desarrollo. La Curia desempeñó juntamente con Florencia un papel principal en la introducción de una nueva exactitud en asuntos de dinero, basada en la contabilidad por partida doble. La Iglesia eliminó los obstáculos ideológicos que se oponían a la prosecución del lucro en la época moderna. La personalidad individual se impuso y la teología reconoció el hecho, precisamente en relación con la esfera económica.
El camino seguido por la nueva civilización de la clase media creó, de hecho, un tipo. Es evidente que su desarrollo no se limitó a Florencia, ni siquiera a la época del Renacimiento.
Las nuevas condiciones económicas de los mercaderes florentinos encontraron su formulación clásica en el tratado escrito por Leon Battista Alberti. Su actitud básica es decididamente antiseñorial. Una de las nuevas virtudes racionales esenciales para el mercader es el lucro. La nueva ética de los negocios tenía sus raíces en un espíritu, nuevo, de cálculo exacto que también llegó, saliendo de Florencia, a conquistar el mundo.
El hombre aprendió a analizar racionalmente los fenómenos naturales, y a controlarlos una vez comprendidos. Leonardo se dio perfecta cuenta de la fecunda interacción entre la ciencia natural y la aplicada.
Uno de los avances más importantes logrados en la esfera de la ciencia aplicada en el siglo XV, fue la invención de la fundición de hierro y la transición a los métodos de los hornos de fundición. La extracción de mineral de hierro alcanzó una extensión enorme, lo que resultó esencialmente ventajoso para fines militares. También fue obra de los siglos XV y XVI el progreso en la medida del tiempo. La brújula se utilizó por primera vez en el siglo XVI y los instrumentos para determinar la situación en el mar se inventaron a finales del XV. Sin ellos, difícilmente hubiese podido ser el Renacimiento la época de los grandes descubrimientos coloniales.
En toda Europa la historia económica ha dedicado hasta ahora escasamente la atención necesaria al contraste entre la estructura económica de los siglos XV y XVI y la del período que denominamos vulgarmente “época mercantil”. En tanto que el desarrollo económico desde los siglos XIII y XIV hasta el XVI se caracterizó por el predominio de la iniciativa privada en el campo del comercio exterior, a finales del siglo XVI encontramos un aminoramiento de esa iniciativa privada que se ve reemplazada por la estatal. (Colbertismo). La intervención del Estado en las empresas va ligada con una serie creciente de otros tipos de intervención, animados por la aspiración de hacer que coincidan los límites de las unidades económicas con los del Estado. Sin embargo, esto no implica un cambio en la estructura social: el hombre de negocios de los siglos XV y XVI actuaba independientemente del Estado. Durante un cierto tiempo el hombre de negocios y el Estado podían unirse porque el naciente Estado moderno (absoluto) parecía garantizar sus negocios contra las restricciones feudales. El negociante se guiaba únicamente por su interés pecuniario. Por otra parte, el Estado se guiaba predominantemente por el interés de poder, aunque ambos intereses estuvieran ligados.
Hasta que punto ayudó al desarrollo del capitalismo la reforma de la Iglesia iniciada por Lutero y Calvino. Estos eran de una mentalidad demasiado anti-capitalistas para fomentar deliberadamente el desarrollo del capitalismo. Pero al discutir la conexión entre los hechos terrenos y la recompensa celestial, ambos eliminaron restricciones de la conducta terrena y el capitalista pudo juzgar sus actividades con criterios exclusivamente económicos.
Los cambios importantes que se producen en la geografía económica a finales del siglo XVI. La economía se traslado gradualmente de la Europa Central y Meridional hacia la occidental. La Europa occidental quedó dividida en dos: de un lado el sur, católico (España y Portugal), y de otro el norte, protestante.
6. La filosofía del Estado en el siglo XVI
Estudiar la filosofía del Estado fuera de Italia. En la segunda mitad del siglo XVI los llamados monarcómanos, al defender la libertad confesional, expusieron la opinión de que la relación entre monarca y pueblo debía considerarse como una relación contractual. Al hacerlo así no se oponían a la realeza como tal, sino únicamente a aquellos monarcas que se negaban a someterse al jus divinum y al jus naturale y también a las leges. Los monárquicos utilizaban los términos escolásticos tradicionales, pero la importancia y la influencia de sus escritos derivaba de una valoración nueva de las leyes positivas y las funciones del Estado. En su opinión el poder supremo del Estado residía en el pueblo.
Juan Bodino (1530-96), parlamentario y jurista, da sin duda la exposición más madura de la teoría política del siglo XVI. Fue el primer tratadista moderno del derecho público que afirmó la indivisibilidad de la soberanía. El método de Bodino es empírico y comparativo aunque no en la misma forma que el de Maquiavelo.
El pensamiento de Maquiavelo se concentra exclusivamente en el Estado. El francés Bodino, tenía una visión más amplia. Lo que hace no es un tratado sobre el Estado, sino una doctrina de bases amplias de las múltiples ramificaciones de la vida política. Los dos pensadores están separados por dos generaciones y en el último cuarto del siglo XVI, Bodino tenía a su disposición unos conocimientos totalmente distintos y mucho más exactos de las condiciones históricas esenciales de la ciencia política. La idea de justicia es la fuerza directora del pensamiento de Bodino.
El derecho natural o, acaso mejor, individual de cada nación lo producen los hechos naturales concretos de su historia. Pero una vez creado, ese derecho evoluciona hacia una forma universal impuesta por la idea de justicia.
La estructura del Estado tal como aparece en Bodino. Lo define como una asociación de una serie de familias, gobernada por un poder supremo y por la justicia, y en el cual la propiedad privada está separada de la estatal. La unidad del poder supremo del Estado, que está subordinado únicamente a Dios, reside en la soberanía. Bodino entiende por soberanía únicamente el poder supremo del Estado al que no está subordinada la propiedad privada, que es el derecho de los individuos. Únicamente la monarquía absoluta podía liberar a la clase industrial del siglo XVI de las interferencias de la nobleza feudal y sólo él era capaz de acabar las guerras religiosas que perturbaban la actividad comercial, de restaurar la igualdad jurídica y de unir Francia. Bodino distinguía dos formas de gobierno: una con derechos de soberanía y la otra sin ella. En la primera forma recae sobre el monarca, en la segunda sobre los magistrados. El soberano puede crear derecho, pero puede también derogarlo. Pero el derecho natural, al que también está sujeto el monarca, exige que una vez hechas las promesas se cumplan, pues de otro modo se destruiría la confianza pública de la que es protector el monarca. Pide un estudio completo y una declaración de las ocupaciones y propiedades de todos los ciudadanos y un registro fidedigno de la propiedad territorial. Sus estudios del presupuesto y de un sistema ordenado de finanzas públicas, así como sus notas sobre reforma monetaria revelan el nuevo espíritu calculador de la época del capitalismo. La idea de la armonía en la teoría del Estado de Bodino, permite construir fácilmente un puente hacia la idea de tolerancia. En la idea de tolerancia encontramos una fuerza directora fundamental del período del Renacimiento cuya importancia se prolonga más allá de esa época.
La idea de tolerancia expresa un aspecto fundamental del hombre occidental. Todos los hombres no son iguales, pero todos son libres. Lo que ocurre es que esta libertad no puede entenderse como privilegio de la clase capitalista aunque fuera de esta clase la que tomará la idea de la autonomía del hombre como grito de guerra contra las clases privilegiadas que eran la nobleza y el clero.
El pensamiento político y social de Bodino se basaba en una nueva consideración histórica y natural del hombre. Con la adaptación del pensamiento a las categorías de la historia y la naturaleza, se descubrió la nueva idea de la tolerancia. Y habiendo de comprenderse la razón humana como natural, como lo natural se orienta hacia la naturaleza, la época del Renacimiento descubrió en el Estado y en la sociedad sus leyes propias de movimiento. Dios se manifiesta en la religión y en la naturaleza.
El pensamiento político del continente fue transmitido a Inglaterra en especial por Ricardo Hooker. Su obra “De las Leyes de la Constitución” ha de considerarse la principal obra política del período isabelino, sino a la vez como un nexo real entre el pensamiento político de finales de la Edad Media y la filosofía política de Hobbes, Harrington y John Locke. Introdujo en el pensamiento político inglés la teoría del contrato que dio su fundamento a la filosofía del Estado de la clase media. Incorporó la libertad civil a la teoría del contrato.
Hooker concebía el derecho natural expresamente como el derecho de la razón. La razón permite al hombre distinguir entre la verdad y el error, el bien y el mal. El inglés difiere del francés en su concepción de la soberanía. La soberanía está representada por el parlamento; sólo el parlamento es capaz de crear leyes que obliguen al individuo; el Parlamento representa al rey y a los súbditos. Hooker al distinguir entre las verdades fundamentales y accesorias de los credos de la Iglesia, se hizo también campeón de la idea de la tolerancia. Era racionalista y anglicano y creía aún que era posible el convencimiento pacífico, racional de las personas que mantuvieron opiniones religiosas opuestas.
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